viernes, 15 de julio de 2011

FRAY JUAN BAUTISTA ÁLVAREZ DE TOLEDO


La vida del obispo Álvarez de Toledo es muy interesante. Nació el 28 de mayo de 1655 en Santiago de Guatemala y sus padres fueron Fernando Álvarez de Quiroga y Sebastiana del Castillo y Bargas, ambos españoles, por lo que su apellido debería ser Álvarez del Castillo. Aún no se conoce el motivo por el que adoptó Toledo, pero ello se sugiere como un deseo de aparentar relación familiar con los duques de Alba, mientras que su segundo nombre Baptista o Bautista responde al que adoptó al entrar a la vida religiosa franciscana.

Sobresale por haber sido el primer guatemalteco elevado a la dignidad de obispo. Quedó huérfano a los diez años, pero logró alcanzar los grados de licenciado y doctor en teología con el apoyo de su padrino y una pareja de mulatos. Fue provincial franciscano, obispo de Chiapas y finalmente de Guatemala. Los cronistas ofrecen opiniones antagónicas en torno a su vida y actuación. El padre Ximénez lo critica duramente, mientras que Vásquez lo exalta por sus valores morales y caritativos basándose en sus numerosas obras pías. Murió el 2 de julio de 1725, aunque para entonces ya había renunciado a la mitra, y aún no había ocupado la de Guadalajara en la Nueva España, a donde fue mandado como obispo. Este fraile franciscano gobernó en la mitra de Santiago de Guatemala del 3 de mayo de 1713 al 14 de julio de 1724.

El siguiente retrato pintado es atribuido a José de Valladares (Balladares) realizado sobre lienzo con unas medidas de 110 x 155 cm, esta se encuentra en la Sacristia de la  Iglesia de la Merced, Arquidiócesis de Guatemala, Guatemala. El medallon pintado cita lo siguiente:

«Verdadero Retrato del Yllo y Rev.mo Sr. Dr. y Mro dos veses jubilado Dn. Fray Juan Baptista Albares de Toledo de la Regular Obserbancia, de los Frayles menores de Nro. P.Sn. Franc.co. Obpo de Guateh a. y Verapas del Consejo de S. Ma. quien el día 5 de agosto de 1717 años consagro y unjio la Ssma Ymagen de Jesús Nazareno que se venera por singular Patron de esta Ciudad, que esta en esta Santa Yglesia de Nuestra Señora de la Merced.» -Se repestó  la redacción original-

En esta obra, la rúbrica con el perfil que se encuentra en la base de la inscripción es muy similar a la que el artista incluyó en el retrato del primer obispo de Comayagua, fray Francisco José de Palencia, en el que aparece el nombre de Valladares, por lo que sostenemos esta atribución. El retrato del obispo de Comayagua corresponde a 1773, lo cual nos obliga a pensar en amplia longevidad de Valladares, pero posiblemente por la similitud de la rúbrica debemos considerar que el retrato de Álvarez de Toledo debió hacerse cerca de 1767 para conmemorar los cincuenta años de la consagración de la imagen del Nazareno mercedario. Pese a lo anterior, esta representación es pionera en Guatemala. En realidad, el retrato en Guatemala tomará auge hacia finales del siglo XVIII e inicios del XIX, siguiendo ya un estilo neoclásico. La mayoría de pinturas de religiosos que nos han llegado son posteriores a la que nos ocupa, aunque todas ellas exaltan a los dirigentes religiosos y buscan mostrarlos como un ejemplo a seguir en conducta y espiritualidad.

No es extraño por tanto, que el obispo hubiese puesto interés en consagrar la imagen del Nazareno, ya que esta representación tomó auge en Santiago como devoción criolla. Pero, además, es posible que el obispo haya tomado interés porque esta escultura es obra de dos maestros criollos: el tallador Mateo de Zúñiga y el encarnador Joseph de la Serda. Fue un logro artístico criollo, con un concepto artístico del mismo orden para ser reverenciado por ese segmento etnico, por lo tanto, nada más idóneo que fuese un obispo criollo quien lo consagrara.

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